"El futuro pasa por combinar la actividad física con terapias farmacológicas para potenciar sus beneficios", asegura el Dr. Sacristán, quien destaca la importancia de que los oncólogos pierdan el miedo a recomendar ejercicio y deriven a los pacientes a profesionales capacitados, como educadores físico-deportivos, para que establezcan las pautas adecuadas.
El ejercicio físico se posiciona como una herramienta clave en la prevención y el tratamiento del cáncer de próstata, según destacan expertos en declaraciones a ConSalud.es. Esta enfermedad, que afecta a uno de cada ocho hombres a lo largo de su vida, puede ser abordada de manera efectiva con actividad física supervisada, lo que permite reducir la mortalidad en un 33%, según el Colegio Americano de Medicina del Deporte. Además, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) subraya que la actividad física disminuye la mortalidad específica por enfermedad oncológica en casi un 20% y reduce el riesgo de aparición de tumores hasta en un 30%.
El doctor Víctor Sacristán, del Grupo SEOM de Ejercicio y Cáncer y oncólogo médico en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, resalta que el ejercicio físico va más allá de la prevención, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes oncológicos. "El ejercicio físico estructurado disminuye la incidencia de tumores como el de mama, colon, endometrio y esófago, y en el caso del cáncer de próstata, reduce el riesgo incluso en pacientes con predisposición genética o variantes más agresivas de la enfermedad", explica Sacristán.
En pacientes con cáncer de próstata, 225 minutos de actividad física moderada a la semana han demostrado reducir los niveles de PSA y la proliferación tumoral. Además, el ejercicio beneficia el sistema inmunológico y mejora la composición corporal a través de la liberación de mioquinas por el músculo.
El reto de mantener el hábito
A pesar de sus beneficios, incorporar el ejercicio de manera sostenida en la rutina de los pacientes sigue siendo un desafío. "El mayor reto no es tanto comenzar, sino mantener el hábito a largo plazo", destaca el Dr. Sacristán, quien enfatiza la importancia de que los oncólogos recomienden el ejercicio físico y deriven a los pacientes a profesionales capacitados, como educadores físico-deportivos, para recibir pautas personalizadas.
El ejercicio no solo mitiga efectos secundarios de los tratamientos, como la pérdida de densidad mineral ósea, sino que también mejora la calidad de vida percibida, reduce la fatiga oncológica y disminuye la ansiedad.
La campaña ‘Moviéndonos por la vida’
Para visibilizar el impacto positivo del deporte, la SEOM, la Asociación Nacional de Cáncer de Próstata (ANCAP) y Bayer impulsan la campaña ‘Moviéndonos por la vida’. Esta iniciativa busca concienciar sobre la importancia de combinar ejercicio aeróbico y de fuerza tanto para prevenir como para afrontar el cáncer de próstata. “El ejercicio físico no solo es fundamental durante y después del tratamiento, sino que también ayuda a reducir las secuelas físicas y psicológicas”, destaca César Comuñas, vicepresidente de ANCAP.
Comuñas recalca que además del deporte, es esencial promover hábitos saludables como una dieta equilibrada, abandonar el tabaquismo y reducir el consumo de alcohol. “El cáncer de próstata es una enfermedad silente, y hablar de ella es la mejor forma de abordarla”, concluye.
Desafíos y perspectivas en el abordaje del cáncer de próstata
A pesar de los avances médicos, el abordaje del cáncer de próstata enfrenta desafíos como la implantación del cribado poblacional recomendado por la Comisión Europea antes de 2025. Según Comuñas, el diagnóstico precoz, junto con la cirugía robótica y los nuevos protocolos de radioterapia, permite tratamientos más eficaces y menos invasivos.
El futuro, según el Dr. Sacristán, pasa por combinar la actividad física con terapias farmacológicas para maximizar sus beneficios, integrando el ejercicio como un componente esencial en la estrategia multidisciplinar contra el cáncer de próstata.
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